El comportamiento de los árboles, las hojas y el otoño
Fuente: Babyradio
Las estaciones son los periodos del año en el cual las condiciones climáticas varían dentro de un rango de tiempo, durando aproximadamente 3 meses cada una. Estas se deben a la inclinación del eje de La Tierra con respecto al Sol, haciendo que la duración de los días varíen ya que en algunas regiones reciben distinta cantidad de luz solar.
Las estaciones son 4: primavera, verano, otoño e invierno. En las regiones más cercanas al Ecuador (paralelo 0°) solo hay 2 estaciones: estación seca y estación lluviosa, no variando considerablemente la temperatura entre una y otra.
El otoño es la estación del año comprendida entre el verano y el invierno. En el hemisferio norte, aproximadamente entre el 21 de septiembre y 21 de diciembre y en el hemisferio sur entre el 21 de marzo y el 21 de junio. Es la estación en la cual se cosecha y en la literatura, en sentido figurado, el otoño representa la madurez.
Durante esta estación, la temperatura comienza a descender, las hojas de los árboles se tornan ocres y secas, las cuales caen con la fuerza del viento que sopla más fuertemente. La gama de colores va de los tonos rojizos a marrones y de amarillos a anaranjados. Este cambio de color es debido a la disminución de la producción de los pigmentos de la hoja por la ausencia de luz solar.
Este cambio se observa mayormente en distintas regiones como el este de Asia, América del Norte, Europa, Chile, Argentina, Australia, Nueva Zelanda.
Cada año, los arboles caducifolios pierden su follaje debido a 3 motivos: la aparición de las primeras heladas complicando que los arboles reciban agua y nutrientes a través de sus raíces, la reducción de las horas de luz y la disminución de radiación solar, haciendo que las hojas no puedan cumplir su propósito y utilidad: hacer la fotosíntesis.
Para el árbol, con estas condiciones climáticas, es más rentable perder la hoja que producirla y pasar a una época de baja actividad y reposo retirando el suministro de Savia y clorofila y creando una película muy frágil entre la rama y la hoja, haciendo que esta última caiga con la aparición de la lluvia y el viento.
No es recomendable podar en este momento, este acto provoca un gran daño a los árboles que están acumulando reservas para la brotación del siguiente año. Arrancar brutalmente las hojas disminuye las defensas de la planta y esta queda propensa a enfermarse.