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Una forma de controlar el polen en las ciudades en épocas de alergia se trata de evitar la contaminación en la medida de lo posible y gestionar el arbolado urbano.

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A pesar de que la presencia del polen en el ambiente es continua, debido a que es el medio de reproducción de las plantas, no todos los tipos de polen provocan alergia. En nuestro país las especies que más síntomas alérgicos producen en son: las gramíneas, el olivo, el ciprés, la salsola, el plátano de sombra y la parietaria. En determinadas zonas geográficas pueden ser importantes otros pólenes, como la palmera en Elche o el abedul en Galicia.

Comienza la temporada de alergias y aproximadamente 8 millones de personas dentro de la población española se ve afectada por el polen de las plantas. El aumento de las temperaturas, los niveles de CO2 y la sequía producen grandes cambios en el comportamiento de los pólenes, lo cual produce consecutivamente un aumento de los síntomas de los alérgicos.

“El calentamiento global experimentado por la superficie terrestre en el último siglo se ha intensificado en las ultimas décadas. Esto es debido, por un lado, a la acumulación en la atmósfera de los gases con efecto invernadero emitidos por la quema de combustibles fósiles y, por otro, a la deforestación de los bosques y a los cambios en el uso del terreno. Entre los gases con efecto invernadero destaca el CO2, que interviene en la fotosíntesis de las plantas y cuyo incremento favorece su desarrollo, y como consecuencia, un aumento en la producción de pólenes. La repoblación forestal contribuiría a la disminución de CO2 pero aumentaría las concentraciones de pólenes”, añade el conocido alergólogo Ángel Moral.

La contaminación producida debido a los motores diésel y las calefacciones de las ciudades crean un ambiente desfavorable para las plantas. Esto provoca que activen un mecanismo de defensa produciendo una serie de proteínas de estrés que hacen que el polen que producen sea más agresivo; por lo tanto, en las ciudades hay una mayor alergenicidad que en la zona rural.

Este proceso anterior impulsa el fenómeno denominado “inversión térmica”, el cual consiste en el impedimento de los pólenes de abandonar la atmósfera sobre las ciudades y aumenta el tiempo que nos exponemos a ellos.

Ya que el polen es un contaminante biológico natural muy difícil de controlar, como recomendación del doctor Moral, deberían establecerse estrategias tales como la vigilancia de los aeroalérgenos y la gestión del arbolado urbano. Citado por el mismo doctor, “los ayuntamientos deberían evitar la plantación en las ciudades de especies que han demostrado ser muy alergénicas, como ocurre con los plátanos de sombra, cipreses, olivos, y abedules. A la vez se deben realizar podas controladas en el invierno, previas a la floración, sobre árboles ya plantados, como los plátanos, lo que disminuiría la producción de flores y como consecuencia los niveles de pólenes”.

 

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